Internacional
Caída del régimen de Bashar al-Assad: Siria celebra el fin de 50 años de gobierno familiar
El domingo 8 de diciembre de 2024, miles de sirios salieron a las calles entre disparos de celebración, tras un inesperado avance rebelde que llegó a Damasco, la capital, y marcó el fin de medio siglo de control absoluto de la familia Assad. La caída de la estatua de Bashar al-Assad se convirtió en un símbolo de la victoria popular, mientras que multitudes ondeaban la bandera revolucionaria siria, evocando los primeros días de la Primavera Árabe.
Los enfrentamientos en las calles fueron seguidos por escenas de júbilo, como el saqueo del palacio presidencial y la residencia de la familia Assad, cuyo paradero sigue siendo incierto. Según reportes de la agencia rusa, Assad dejó el país después de negociar con grupos rebeldes, cediendo el poder de manera pacífica.
El líder de la facción rebelde más grande, Abu Mohammed al-Golani, excomandante de Al Qaeda, lidera ahora el proceso que podría definir el futuro del país, habiendo adoptado posiciones más moderadas a lo largo de los años. Su facción se muestra dispuesta a iniciar una reconstrucción del país devastado por años de guerra, aunque enfrentará el desafío de sanar las profundas divisiones internas y étnicas.
Desafíos y nuevas tensiones con el fin del régimen de Assad
El fin del régimen de Assad es también un golpe importante para Irán, que había sido uno de sus principales aliados en el conflicto. A su vez, la retirada de las fuerzas sirias de los Altos del Golán permitió a Israel ocupar una zona de amortiguación que había estado bajo control sirio desde 1974.
A pesar de la caída del régimen, el país sigue fragmentado, con diversas facciones luchando por el poder. Combatientes respaldados por Turquía combaten a las fuerzas kurdas aliadas de Estados Unidos, mientras que el Estado Islámico aún mantiene presencia en áreas remotas del país.
Celebraciones en Damasco
Al amanecer, los ciudadanos de Damasco se reunieron para rezar en las mezquitas y celebrar la caída de Assad. Los festejos en la plaza de los Omeyas fueron marcados por disparos al aire, mientras jóvenes ondeaban la bandera nacional y otras de carácter revolucionario. La policía y los soldados abandonaron sus puestos, lo que permitió a los saqueadores irrumpir en edificios gubernamentales, como el Ministerio de Defensa.
Mohammed Amer al-Oulabi, un residente de Damasco, expresó su felicidad: “No dormí hasta escuchar la noticia de su caída. De Idlib a Damasco, solo les tomó unos días, gracias a Dios”, comentó emocionado.
El futuro de Siria
El periódico al-Watan, tradicionalmente alineado con el gobierno de Assad, escribió que Siria se encuentra ante una nueva etapa, destacando el fin del derramamiento de sangre. “Ahora confiamos en que Siria será para todos los sirios”, expresaron en su editorial.
A pesar de la euforia popular, una declaración de la comunidad alauí, base de apoyo de Assad, pidió calma y unidad. “No dejemos que lo que nos divide nos destruya”, señalaron.
En medio de la incertidumbre, el futuro de Siria se perfila lleno de desafíos. Los nuevos líderes deberán enfrentar las divisiones políticas y religiosas, al mismo tiempo que buscan estabilizar un país devastado por más de 13 años de guerra.