Político
Un liderazgo cauteloso: Cervantes y su relación con el gobierno federal
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Desde su fundación, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ha sido una de las principales voces del sector privado en México, y ha jugado un papel muy importante en la interlocución con el gobierno. Sin embargo, el liderazgo de su actual presidente, Francisco Cervantes, ha generado opiniones divididas. Mientras algunos defienden su estrategia de mantener un diálogo abierto con la administración federal, otros consideran que su postura ha sido excesivamente cautelosa, evitando la confrontación en temas donde el empresariado esperaba una defensa más firme de sus intereses.
La relación entre el sector privado y el gobierno ha sido históricamente compleja, marcada por momentos de cooperación y de tensión. En el contexto reciente, la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) promovió reformas y políticas que generaron inquietud en distintos sectores empresariales, desde cambios en el sector energético hasta modificaciones en las regulaciones fiscales. Frente a ese panorama, el CCE optó por una estrategia de conciliación, lo que generó dudas sobre su capacidad para representar con firmeza los intereses del empresariado mexicano.
Uno de los episodios que puso a prueba esta relación ocurrió en agosto del año pasado, cuando AMLO calificó como “vergonzosa” la solicitud del Consejo Coordinador Empresarial para evitar una sobrerrepresentación de Morena en la Cámara de Diputados. Mientras que algunos esperaban una respuesta firme del organismo, Cervantes optó por el silencio, evitando la confrontación directa con el Ejecutivo. Este episodio reflejó la estrategia que ha caracterizado su liderazgo: priorizar el diálogo y la estabilidad institucional, aun cuando esto signifique no tomar posturas contundentes en temas de alta relevancia para el sector privado.
Esta postura ha sido interpretada por algunos sectores como un intento de mantener una relación estable con el gobierno para facilitar acuerdos en otros ámbitos, como la promoción de inversiones y la continuidad del nearshoring. No obstante, también ha generado críticas dentro del empresariado, particularmente entre aquellos que consideran que el Consejo debería jugar un papel más activo en la defensa de los derechos y las condiciones del sector productivo. La falta de una voz fuerte en temas como la reforma eléctrica o la política fiscal ha alimentado la percepción de que el CCE bajo Cervantes ha perdido capacidad de influencia en la agenda pública.
A pesar de estas críticas, Cervantes ha defendido su estrategia argumentando que la colaboración con el gobierno es fundamental para generar estabilidad y confianza en el entorno económico. En diversas entrevistas, ha señalado que la prioridad del CCE es mantener un canal de comunicación abierto con las autoridades para garantizar que las necesidades del sector privado sean escuchadas y consideradas en la toma de decisiones gubernamentales. Esta visión, sin embargo, no ha convencido a todos los actores del sector empresarial, y la falta de posturas firmes en momentos de trascendencia ha dejado espacio para el surgimiento de cuestionamientos sobre la verdadera independencia del organismo.
La conciliación y el pragmatismo son estrategias legítimas en cualquier liderazgo, pero en el caso del CCE, la falta de equilibrio entre diálogo y defensa activa de los intereses empresariales ha generado un debate sobre la efectividad del modelo actual. Con su reciente reelección hasta 2025, Francisco Cervantes tendrá que demostrar que su liderazgo es capaz de ofrecer resultados tangibles para el sector, sin comprometer la autonomía del CCE ni la representatividad de todos sus integrantes.